miércoles, 31 de agosto de 2011

Lamento

Y mi lamento comienza en el momento en que el que te veo marchar. Oigo tus pisadas sobre el viejo suelo de madera mientras mis manos tiemblan al saber que no estarás, que ya no volverán a acariciar tu suave cabello.
Miro a mi alrededor desconcertada, ha pasado ya un tiempo desde que te vi marchar. Ya no quedan tus huellas en la orilla de la playa, ni oigo el eco de tus sonrisas.
El único resquicio que me queda de tu permanencia a mi lado es mi recuerdo, ese que me obliga a verte cuando cierro los ojos y, como si de una película se tratara, apareces tú tras mis párpados cerrados.
El tiempo sigue corriendo, acechándome una hora más. Y sola en la oscuridad de cualquier lugar me lamento por el valor que me faltó, por no haberte seguido cuando tendría que haberlo hecho, por no llamarte, gritar tu nombre y suplicarte que te quedaras a mi lado.
Y ahora ya es demasiado tarde, tal vez sea otra la que bese tus labios y yo solo sea para ti una mancha gris en tu recuerdo de cuyo nombre prefieres ni acordarte.

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